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La
iglesia parroquial emerge soberbia en
el corazón del casco urbano.
Es un edificio de piedra de sillería,
del siglo XVIII. Basta con dar
la vuelta a la plaza -una calle que empina
en busca del monte- para admirar la portada
barroca. De este mismo estilo
es todo el templo, de planta rectangular
con cabecera cuadrada y compuesto de tres
naves, de las que sobresale la
central cubierta con bóveda de
lunetos, en tanto que las laterales se
cubren con bóveda de arista. La
del crucero es semiesférica, rebajada
y ciega sobre pechinas, con tambor de
luces. Consta de sotobanco y banco que
descansa sobre un zócalo de obra
que iría tapado por un frontal
de altar. El cuerpo principal tiene una
gran calle central entre columnas salomónicas
que contiene en altorrelieve la Aparición
de la Virgen a San Bernardo (Lactatio)
y calles laterales con imágenes
de los santos y abades cistercienses Alberico
y Guillermo. El ático, empotrado
en el testero y en forma de casquete semiesférico,
muestra en su centro en relieve el Abrazo
de Cristo a San Bernardo. Todas las imágenes
restantes son también escultóricas
y de temática cisterciense.
Abbad
Ríos pone el templo bajo tutela
de San Bernardo, y otros hablan de la
parroquial de Nuestra Señora de
la Asunción.
El caso
es que la imagen de San Bernardo,
obra en madera dorada, de fines del siglo
XVII, preside el retablo del altar
mayor, escoltado por columnas
salomónicas y relieves representando
escenas de la vida del santo. El que aparece
en el centro representa "La
aparición de la Virgen".
Este retablo, según me cuentan,
procede del Monasterio de Piedra y ello
explica mejor que esté dedicado
a San Bernardo. Tiene forma curvada, por
cuanto primitivamente se adaptó
al ábside de tambor. Así,
pues, tuvo que ser modificado para instalarlo
en la actual cabecera cuadrada. En el
presbiterio destacan asimismo, a modo
de zócalo, unos relieves de madera
con escenas de la vida del santo titular.
Otro más se conserva en la sacristía.
En total son catorce, precedentes todos
ellos de vecino monasterio.
El
retablo de San Miguel contiene una excelente
pintura que representa al titular en su
lucha con el demonio, de 1520.
Hay otros retablos dedicados, respectivamente,
a San Antonio Abad, a San Blas, al Santo
Cristo y a la Virgen del Pilar. Corresponden
a los siglos XVI, XVII y XVIII. El que
podría considerarse como retablo
más antiguo no es tal, sino un
sagrario gótico de finales del
siglo XV.
El
retablo mayor de la iglesia parroquial
de Abanto, dedicado a San Bernardo,
se adapta al testero del presbitero.
Gótica
es también la cruz procesional,
de plata dorada.
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